Si indagamos en el nombre del pueblo, encontraremos atunes por todas partes. Eso de los atunes nos sirve para diferenciarlo, de otro, como por ejemplo, Zahara de la Sierra, bonito pueblo de la serranía gaditana. Sobre esto hay unanimidad. La distinción no es ninguna tontería, hay una anécdota que así lo recoge. Cuando era joven, Felipe González vino a esta playa y en Cádiz cogió el autobús de Zahara. Cuando llevaba un trecho de camino le pareció un trayecto demasiado largo y el paisaje raro y abrupto. Al llegar a su destino se había plantado en Zahara….de la Sierra. En relación al término de “Zahara”, no es tan fácil precisar el origen del topónimo. Para solventar tanta diferencia echaremos mano de los diccionarios: -Diccionario Enciclopédico Espasa, tomo 18, edición 1988 y tomo 12, edición 1985. Aquí no se habla del origen pero sí del gentilicio: “Zaharense. Natural de Zahara o perteneciente a esta villa”. “Zahareño, (del árabe “sahra”, desierto). Desdeñoso, esquivo, intratable o irreductible. Cetrería: aplicase al pájaro bravo que no se amansa, o que con mucha dificultad se domestica. -Diccionario Enciclopédico de la Provincia de Cádiz, 1985: “Zahara de los Atunes. Población del término municipal de Barbate, con 1081 habitantes”. Así, escuetamente, sin aludir al origen del nombre del pueblo ni de sus habitantes.
Al hablar de Zahara de la Sierra dice: “su origen es árabe y no faltan quienes aseguran que el nombre proviene del de un hija de Mahoma llamada al-Zahara”. -Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, 1992. No nombra Zahara, sí nombra “zahareño” del que dice: “Aplíquese al pájaro bravo que no se amansa, o que con mucha dificultad se doméstica. Desdeñoso, esquivo, intratable o irreductible”. -Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, Edición Gredos. No comenta nada de “Zahara” ni de “zaharense”. De “zahareño” dice: “Zahareño. Probablemente del árabe “sahri”, derivado de “sahra”, roca. Se aplica al pájaro bravo, difícil de domesticar. Arisco” -Diccionario de Topónimos, de Josep María Albaigés. Atribuye a Zahara el mismo origen etimológico que a Medina Azahara (el gran palacio árabe de Córdoba). De ésta dice: “Fundada por Abderramán III y continuada por al-Hakán II en honor de su favorita Zahara (“flor”)”. -Diccionario del Quijote, de Manuel Lacarta- “Zahareña Esquiva”. Hasta aquí nuestra ronda por todas las propuestas etimológicas. Para “Zahara”, roca, desierto o flor. Esta última, la más bonita y romántica. Creemos que es también la que más gusta. Las versiones que circulan por Zahara de los Atunes la tildan de jardín; entendido como extensión del significado “flor”. Sin embargo en la época que apareció el término, allá por el siglo XV, Zahara era más bien un arenal, con abundancia de dunas. No parecía un jardín. La acepción de “roca” parece más adecuada para Zahara de la Sierra y su histórico castillo roquero. En 1444, fecha de la división entre Tarifa y Vejer, en la que ya aparece el nombre de Sahra, no existían ni el castillo ni la torre atalaya de las proximidades. No creo que este sea el origen del nombre. La del “desierto” es la que considero más idónea para nuestro pueblo, verdadero desierto en tiempo de los árabes y también desertizado en 1444. Lo siguió siendo durante siglos fuera de la temporada de pesquería, por el peligro pirático y por intereses políticos de Vejer, que no quería que aquí se formase un poblado con pretensiones independentistas, como ya la había pasado con Conil. Ya sé que a la mayoría de los zahareños les gustaría despejar y aclarar esta duda sobre su nombre. Pero por ahora sólo podemos hacer conjeturas (en base a la documentación anterior), aunque la que más se acerca desde el punto de vista histórico es la de “desierto”. En cuanto a los habitantes, solo aparece un término en los diccionarios como propuesta: “zaharense”. Propuesta con la que no están de acuerdo la mayoría, prefiriendo llamarse “zahareños”. En absoluto son “desdeñosos, esquivos o intratables”. Si acaso “irreductibles y luchadores” en su empeño por construir un gran pueblo próspero y acogedor con sus numerosos visitantes. Cervantes emplea término “zahareña” en la Ilustre Fregona, pero no para referirse a ninguna vecina ni originaria de Zahara, sino a una mula de alquiler. No ajustándose mucho esa mención al gentilicio que buscamos.
Hay otra acepción que debemos tener en cuenta y es la definición de “zaharaui” que se le ha dado al que, por circunstancias de la vida, y no habiendo nacido en Zahara, acaba residiendo de una manera más o menos permanente allí. Sin embargo “los zahareños”, deberán insistir para que la Real Academia de la Lengua y editores de diccionarios recojan el término “zahareño” en sus acepciones por encima del de “zaharense”.
Autor: José Gómez Martínez ©